Enigmáticos por naturaleza, los cenotes de Yucatán son el centro de historias y leyendas envueltas en un halo de misterio no menos impresionante que la belleza de esas oquedades, puesta de manifiesto en la transparencia de sus aguas y caprichosas formas rocosas.
Por tradición, los cenotes son un sello distintivo del paisaje natural yucateco. Detalles como la luz del sol filtrada por agujeros entre las rocas y proyectada sobre el agua transparente se conjugan para servir un banquete visual a los admiradores de la naturaleza.
No se sabe la cantidad exacta de cenotes que hay en Yucatán. Algunas personas indican que serían unos cuatro mil y otros señalan que llegarían a 10 mil, incluyendo los brotes de agua dulce que aparecen en la costa para formar manglares y petenes.
Sin embargo, lo importante no es cuántos son sino dónde están, en qué condiciones, cuál es su aprovechamiento y cómo pueden convertirse en una opción de desarrollo para las comunidades que habitan en sus alrededores.
Fray Diego de Landa fue uno de los primeros europeos en documentar la existencia de los cenotes. Landa habla de "enormes oquedades con agua en tierra firme, tan grandes que fácilmente cabría y se mantendría a flote una carabela de 50 metros de eslora" -recuerda-. Subraya que los naturales le dan a estos sitios el nombre de "tsonot", palabra que más tarde se pronunciaría "dzonot" y que se ha alterado hasta conocerse ahora como cenote.
Los cenotes se forman por la disolución de la roca calcárea, carbonatos y sulfatos como consecuencia del flujo de agua de lluvia y el paso de algún río subterráneo -agrega-. El agua, aparentemente estancada, tiene cierto movimiento apenas perceptible, lo que permite que esté limpia y cristalina.
Los cenotes jugaron un papel determinante en el desarrollo de la civilización maya, en una región donde no hay ríos ni lagos. Grandes asentamientos de esta cultura se formaron en torno a los cenotes, que se constituyeron el centro de sus ciudades.
La veneración a esos sitios fue tal que se creó una tradición mística; ceremonias y sacrificios se ofrecían en esos puntos considerados fuentes de vida. Incluso hoy día, para poder entrar en las aguas de algunos cenotes, los lugareños practican un ritual "para solicitar permiso".
Los especialistas señalan que hay cuatro tipos de cenotes:
1.- Abiertos, a flor de tierra.- Están rodeados de vegetación y tienen diversidad de flora y fauna; casi siempre se les confunde con aguadas o lagunas y se les ubica en medio de humedales y petenes.
2.- Semiabiertos.- Para tener acceso al espejo de agua es necesario avanzar a través de una caverna, pero que está lo suficientemente cerca de la entrada como para recibir el paso de la luz solar.
3.- Cerrados.- Por lo general son circulares y están cubiertos con una bóveda que tiene algunas aberturas por donde se filtran los rayos de sol.
4.- Abiertos, profundos.- El más representativo es el Cenote Sagrado de Chichén Itzá, de forma cilíndrica y caída libre de varios metros hasta el espejo de agua.
*Tomado del artículo Ecoturismo en Yucatan-Reportajes especiales, publicado en el Diario de Yucatán en el año 2001
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